La responsabilidad social empresarial (RSE) está generando uno de los debates más acuciantes en el panorama actual de la reflexión en torno a la empresa. Sin duda porque, a la par que una moda, está revelando la necesidad de asumir un nuevo modelo de gestión empresarial que tiene multiples y variadas implicaciones.
La RSE representa una dinámica emergente en el mundo empresarial actual. Surge de la concienciación, la cual es cada vez más clara. De los inevitables impactos que la actividad económico-empresarial tiene en este mundo globalizado. Afecta al conjunto del tejido empresarial, o mejor aún, a la totalidad de las organizaciones que realizan una actividad, cualquiera que esta fuere, con impacto social o medioambiental.
Es importante hacer notar que por tratarse de una realidad emergente y en constante dinamismo no existe unanimidad, ni se dan criterios comúnmente aceptados respecto al concepto de RSE y a sus objetivos, funciones, elementos y alcance. En otros términos, la RSE es una construcción humana y como tal, perfectible.
Sin embargo, es posible establecer que su principal característica reside en la interrelación entre la empresa y la sociedad: ésta empieza a preguntarse por el lugar que ocupa en la sociedad, por la influencia que tiene en ella y, en consecuencia, por la aportación que puede hacer a la misma. En torno a estas preguntas es que se construyen las coordenadas básicas en las que se encuadra el debate sobre la RSE:
- No reducción única y exclusiva de la empresa a su función económica
- Atención progresiva a todos los grupos incluidos en la actividad empresarial (especialmente en su ámbito interno)
- Implicación de la empresa en la solución de los problemas sociales
Asimismo, la responsabilidad se debe ver y valorar como una auténtica oportunidad para las empresas, es decir como una puerta para la innovación, diferenciación y legitimación que las empresas.
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